CINE
CINE
Conviene comenzar por el principio; en la historia del cine pueden señalarse dos comienzos, uno
próximo y otro remoto. El primero, literal, está relacionado con el hecho que el cine es el resultado de
un desarrollo técnico y científico de finales del siglo XIX, consecuencia de una invención en el dominio
de la técnica y no la prolongación de un arte preexistente. El remoto es, primero, metafórico y después
estético. Debemos analizar estos dos comienzos, que se necesitan y se complementan. Y lo haremos
en orden cronológico.
El más antiguo antecedente del cine suele situarse en el mito de la caverna de Platón. Que es
una fábula o, si se quiere, una metáfora la vida. Describió Platón en “La República”, cómo un grupo de
hombres vive encadenado en una caverna muy profunda. Sobre las paredes se proyectan las sombras
de quienes se mueven alrededor del fuego encendido. Arriba una pequeña claraboya deja pasar la
intensa luz del día. Nos es dado conocer las sombras proyectadas por los seres y las cosas y no las cosas
en si mismas, una ilusión de la verdadera realidad.
De otro lado, muy lejos, en un lugar remoto están las esencias que son las ideas y se parecen a
grandes bloques de cemento inmóviles en un río turbulento. El río es el tiempo. La mesa sobre la cual
leo, no es la mesa sino una copia de la idea “platónica” de mesa, un simulacro. La idea de mesa es para
el hombre inaccesible. Esos arquetipos se hallan muy por encima de nosotros, fuera de la caverna, y
de cuyo lejano resplandor conocemos por la luz solar. De otro lado, si el hombre no puede conocer la
esencia de las cosas en este mundo, es porque ellas no son, sino que devienen.
El cine es una metáfora de este devenir, lo son sus imágenes que fluyen incesantes sobre la
pantalla cinematográfica. El cine, entonces, nos daría una aproximación de la caverna, de la condición
del hombre, puesto que solo proyecta imágenes de una realidad existente fuera del dispositivo cine.
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